Con la novela El Túnel me encontré ante otra obra magistral, de esas que uno difícilmente pueda olvidar a lo largo de su existencia. Estamos ante una historia muy compleja y difícil de analizar y mas para alguien como yo que, como ya dije antes, estoy lejos de ser un experto en este tipo de análisis. Pero como aquí hablo de las cosas que me gustan, voy a hablar de las cosas que me gustaron de esta novela, cosas que me impactaron profundamente.
En El Túnel, Juan Pablo Castel nos narra en primera persona como y por que mato a Maria Iribarne, la mujer que amaba y tal vez la única persona que podía llegar a comprenderlo.
Castel conoce a Maria en una exhibición de pinturas de su propiedad. Maria es la única persona que nota un detalle en la pintura “la maternidad”, un detalle en forma de ventanita que el artista considera muy importante. Pasa los meses obsesionado en encontrara a aquella mujer que parece ser la única que puede entenderlo hasta que finalmente la encuentra y comienza entonces una historia de amor que se desdibuja rápidamente en desconfianza y locura.
Es inevitable recordar en esta novela a Sobre héroes y Tumbas, obra del mismo autor, en donde si bien nos encontramos con personajes masculinos diferentes, es significativo el parecido que existe entre Maria Iribarne y Alejandra Vidal. Ambas mujeres parecen ser especiales, diferentes y por lo tanto tienen un extraño acercamiento con los protagonistas. Aunque también ambas son conflictivas y ocultan secretos a los que resulta difícil acceder. Maria esta casada con un hombre ciego mientras que Alejandra es hija-amante de un hombre que esta maniáticamente obsesionado con la ceguera.
Ambas le pronostican a los protagonistas que pueden salir dañados de una relacion con ellas.
Tanto Martín como Castel son atormentados por los celos aunque nunca es probado que las mujeres fueran infieles. Tampoco terminan de entablar una relación sincera y firme.
El amor esta en el aire pero ellas nunca terminan de confirmarlo.
Es una novela subjetiva, ya que sólo conocemos de las personas y los hechos, a travez de los que nos cuenta el narrador. Asimismo, el narrador es una persona ambigua, conflictuada por su conciencia y por lo tanto, su realidad tiene estas mismas características.
Castel expresa en sus actos una marcada paranoia y una obsesiva tendencia a enfrentar las situaciones actuando de una manera diferente a la del común de la sociedad. Como consecuencia directa de este punto de vista, Castel se autor recrimina constantemente y se deja llevar por sus sentidos. Todo esto, provoca en su espíritu esos atormentados pensamientos que lo aíslan cada vez más de la sociedad. Su soledad es producto de su inestable relación con el mundo.
Castel es un hombre solitario que no termina por encajar en el mundo, se siente aislado de todo como si su vida transcurriera a través de un túnel.
Por un momento parece que Maria atraviesa otro túnel similar y cobija la esperanza de que en algún momento los túneles se crucen. Pero esto no sucede, Castel se ahoga en untar de celos y decide matar a Maria. Finalmente comprende que no hay túneles paralelos que se encuentran, sino de que "en todo caso había un solo túnel oscuro y solitario: el mío, el túnel en el que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida".
Hay algo de común en los hechos que narra El Túnel y también de anormal. Al leer esta novela al igual que en Sobre héroes y Tumbas, yo podía sentir, que de algún modo, era como si uno también buscara a una Alejandra Vidal o a una Maria Iribarne para hacer que el mundo tome algún significado. Como si a través de una relación tan profunda uno pudiera sentirse parte de este todo del que mayoritariamente uno se siente apartado.
Pero la respuesta que nos dan ambas novelas es que el sueño termina rápido, ese tipo de relación es nociva a nivel psicológico. Alejandra y Maria son dos almas difíciles de llevar, tan complejas que hacen que uno termine convirtiéndose en un simple mortal tratando de penetrar el espíritu de alguien invencible, de alguien que parece comprender algo que a nosotros se nos escapa. Tales sueños están destinados al fracaso más estrepitoso.
La realidad es mucho más cruel de lo que uno se imagina y esto es lo que Sabato me transmite. "Hay una cierta belleza en el horror" nos decía Ernesto Sábato en alguno de los tantos reportajes que le efectuaron en televisión. Quizá porque del horror se aprende y desde las tragedias ajenas podamos extraer esa belleza que nos ayuda a vernos y comprendernos como personas humanas y condenadas, tarde o temprano, a la catástrofe de nuestra propia muerte.
1 comentario:
Leí El Túnel hace muchos años, y apenas me acuerdo de algún detalle, pero lo que sí me transmitió esta novela fue esa sensación de locura claustrofóbica, de aplastante soledad y desesperanzada incomunicación que aporta el "heterodoxo" existencialismo de Sábato. Desde luego, no es lectura fácil, pero con un poco de esfuerzo se convierte en una gratificante experiencia. Saludos!
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